Javier Revuelta: “Construir el nuevo PNIEC es como querer cuadrar el círculo”

Javier Revuelta: “Construir el nuevo PNIEC es como querer cuadrar el círculo”

Fraunhofer ISE: Fassade als potenzielle Wärmequelle für Wärmepumpen Lettura Javier Revuelta: “Construir el nuevo PNIEC es como querer cuadrar el círculo” 12 minuti Prossimo Test phase of PV noise barriers started

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Javier Revuelta: “Construir el nuevo PNIEC es como querer cuadrar el círculo”

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El problema de construir el nuevo PNIEC es que nos hemos comprometido políticamente a cuadrar el círculo. Para el horizonte 2030 queremos (el orden de objetivos es aleatorio):

  1. cubrir la demanda eléctrica prevista con una probabilidad suficientemente alta de no tener apagones;
  2. subir la penetración renovable desde menos de 50% en 2021 hasta casi 80% del consumo eléctrico peninsular;
  3. desarrollar 12 GW de almacenamiento que faciliten la integración renovable, incluyendo gran capacidad en centrales de bombeo y en almacenamiento térmico de centrales termosolares;
  4. exportar grandes cantidades de renovables a Francia con el desarrollo de 3 nuevas interconexiones sorteando o atravesando los Pirineos;
  5. electrificar una parte del transporte con cerca de 5 millones de vehículos eléctricos, y del calor con la instalación de bombas de calor;
  6. producir y exportar 2 millones de toneladas de hidrógeno verde hacia Europa, adicionales a los 4 GW de electrolizadores para producir 25% de nuestro actual consumo nacional en la industria (otro medio millón de toneladas, del que ese 25% son 125.000);
  7. cerrar 4 reactores nucleares de los 7 que tenemos operativos (¿entiendo que para reducir la cantidad de residuos nucleares, disminuir la probabilidad de accidentes, y tal vez para reducir costes y para dar cabida a más renovables aún?)
  8. actualizar los ritmos recientes de instalación de renovables, con mejor información sobre las cadenas de suministro y los precios de las distintas tecnologías disponibles;
  9. reducir los precios de la energía (sin objetivo concreto), así como las emisiones de CO2 cerca del 55% respecto a 1990, para contribuir a dicho objetivo europeo.

Los esfuerzos realizados en estos años han sido frenéticos, frecuentes y valientes en muchos frentes. A nadie se le escapa que los años Covid, seguido por los precios estratosféricos de gas y electricidad debidos a la estrategia rusa en Ucrania, han acaparado el esfuerzo regulatorio de las instituciones. España ha tomado una velocidad de crucero en renovables muy meritoria, a pesar de las conocidas dificultades de tramitación por saturación de las administraciones, por el Canal de Suez, el puerto de Shanghái y el transporte marítimo global, por los tipos de interés, por las materias primas, por las dificultades financieras de fabricantes eólicos, y un largo etcétera.

El caso es que estamos donde estamos, ya con cierta experiencia de un tercio de década recorrida, y debemos enviar a Europa en junio un nuevo ‘PNIEC 2023’ –o la actualización del vigente–, nuestros objetivos para 2030; que aunque recuerdo que no son vinculantes, sí que son la guía de nuestra política energética, y el documento sobre el que valoraremos el grado de cumplimiento autoimpuesto.

A continuación, algunos apuntes a los mencionados objetivos que tenemos sobre la mesa y que, a priori, debe satisfacer el nuevo ansiado PNIEC.

La demanda crítica alcanzó con Filomena 42 GW tras la puesta del sol, y el sistema eléctrico se opera con cierta ‘reserva rodante’ para regular la frecuencia de la red y cubrir imprevistos. Debemos contar idealmente con no mucho menos de 45 GW de potencia agregada entre todas las fuentes disponibles, incluidas las interconexiones eléctricas si los vecinos pueden exportar. Pero no entiendo que mantengamos un calendario de 3 nuevas interconexiones a 2030, por más que esta sea una ambición razonable y a priori coste-efectiva; en ese horizonte me resulta evidente que no hay tiempo material, y es contraproducente la señal que se da a las renovables sobre su capacidad de integración en la red cuando éstas se conecten, y su recurso no se pueda exportar. Me parecería prudente añadir escenarios a 2035 y 2040, en los que introducir aquello a lo que no se llegará en 2030 por más esfuerzo que pongamos. Y, por cierto, no demos por hecho que permanecerán en el sistema los 24 GW de ciclos combinados, pues en muy breve volverán a factores de carga promedios inferiores al 10% anual, si no se implementa cuanto antes el nuevo mercado de capacidad que salve económicamente a la totalidad del parque de gas… Ya hay ciclos combinados con resultados operativos negativos, y otros muchos les seguirán en los próximos años sin dicho mercado de capacidad.

El citado nivel de seguridad de suministro se anunció posible a pesar del cierre de 4 reactores nucleares, pues se contaba con el desarrollo de 4 GW de bombeo y 5 GW termosolares, ambos con gran capacidad de almacenamiento de energía y alta firmeza en las horas críticas. Pero, ¿cómo encajan estas expectativas, para tecnologías de largos tiempos de desarrollo y elevada inversión que ni siquiera están en marcha? ¿Es prudente cerrar nucleares, sin garantía de que llegarán los almacenamientos? ¿Se condicionarán los cierres nucleares al desarrollo del almacenamiento, o se cerrarán las nucleares incondicionalmente asumiendo el riesgo adicional de insuficiencia de energía en el caso de que no lleguen a tiempo los almacenamientos?

 

Personalmente, tampoco confío en que más baterías (de las que ya incluía el PNIEC 2020) pudiesen compensar tal potencial déficit de bombeos y termosolares, ni en potencia ni menos aún en energía, a pesar de su desarrollo considerablemente más ágil. Por ponerlo en perspectiva, 5 GW de almacenamiento de 6 horas en termosolares equivale a 15 GW de baterías de 2 horas como las que se están desarrollando en España (principalmente gracias a fondos Next Generation). Así, el PNIEC 2023 ¿traerá de nuevo 5 GW termosolares, o 15 GW de baterías adicionales, o traerá menos almacenamiento que el PNIEC 2020 con más renovables? Cualquiera de estas tres opciones me inquieta.

 

Senda de energías renovables

En solar fotovoltaica, cerramos 2022 con 24 GW (19 GW de grandes plantas y 5 GW de autoconsumo), tras instalarse 7 GW solo en este año. De mantenerse este ritmo, iniciaríamos 2030 con 73 GW fotovoltaicos, pero ya han comenzado los sobrantes y precios bajos a medio día y todo apunta a que sin nueva demanda sustancial no podrá sostenerse ese ritmo. Desde las asociaciones se demanda una horquilla de 55 GW a 65 GW en suelo, y otros 15 GW en autoconsumo, para un total de 70 a 80 GW, ‘con un objetivo adecuado de almacenamiento’. Porque, recordemos que el sistema eléctrico peninsular consume típicamente de 20 GW a 35 GW.

En eólica, partimos de 30 GW hoy, con un ritmo de instalación promedio de 1.5 GW/año desde 2020 y muchas instalaciones antiguas que hay que comenzar a reemplazar. Mucho habrá que acelerar para superar los 40 GW en 2030 (el PNIEC 2020 proponía alcanzar casi 50 GW), olvidando el asunto de los precios de mercado y suponiendo que no haya cierres sustanciales de potencia antigua (a pesar de cumplir sus vidas de diseño originales). Lamentablemente seguimos chocando con las tramitaciones y con el ‘Not In My Back Yard’.

En termosolar, se propuso en 2020 una ambiciosa senda de 5 GW nuevos, que se apoyó con un plan de subastas que hubiese llevado a 600 MW instalados en 2029 de haberse adjudicado íntegramente lo subastado; sin embargo, la primera subasta quedó vacía por insuficiente remuneración máxima (u ofertas excesivamente altas, según se mire). Hay que replantearse el valor del servicio que dan, o el diseño de la subasta, para determinar el encaje de esta tecnología que ya difícilmente podrá alcanzar siquiera 1 GW en 2030, por los tiempos de diseño, desarrollo y construcción. Aunque cabe recordar que se construyeron 2,3 GW entre 2009 y 2013, y no es 100% descartable la capacidad técnica de un nuevo despegue; si bien parece que la barrera en esta ocasión será más bien económica, en función de la valoración que haga el Regulador sobre el servicio que da esta tecnología de integración de renovables fuera de las horas de sol y su contribución a la seguridad de suministro y la estabilidad de la red.

Pero llega el hidrógeno, que teóricamente lo cambia todo respecto al PNIEC 2020. Producir al menos 2 millones de toneladas de hidrógeno verde en 2030 precisa de añadir una producción renovable mínima de unos 50 GW (entre eólica y solar), y que se aprovechasen al 100%, con grandísimas necesidades de almacenamiento para respetar las reglas europeas de correlación temporal. Tendríamos que incrementar el tamaño del sistema eléctrico en 50% en 6 años… E instalar no menos de 20 GW de potencia de electrolizadores, por no decir más bien 30 GW, en función del régimen al que se les lograse hacer trabajar. La cadena de suministro y el EPC de estos proyectos se está escalando a marchas forzadas, y los primeros proyectos llegarán en los próximos años; pero estos volúmenes de electrolizador son extremadamente ambiciosos para 2030, pues se está trabajando en el diseño ‘as we speak’ y en la propia capacidad de fabricación de toda una industria. Y no olvidemos que competiremos con otros países europeos, y EE. UU., con su agresivo Inflation Reduction Act (IRA) por una capacidad de fabricación mundial limitada.

Así, veo varios problemas en diseñar planes excesivamente ambiciosos; lo de ‘excesivamente’ no tanto por las cantidades en sí como por los plazos. Y es que, si se cumple todo el plan, todas las piezas pueden encajar en el puzle (sin entrar a valorar los precios y las emisiones de dicho puzle); pero si algunos elementos fallan entonces algunas piezas tendrán mal encaje. Si lanzamos grandes planes de renovables, cuyas cadenas de suministro sí pueden cumplir objetivos ambiciosos, pero no llegan al ritmo previsto las interconexiones y el almacenamiento, los temidos vertidos serán exponenciales y problemáticos. Si, además, se replantease el calendario de cierres nucleares –provocado, por ejemplo, por la seguridad de suministro inicialmente mencionada–, vendrán aún más vertidos y rentabilidades aún más frustradas.

Difícil tarea la de producir un nuevo PNIEC que cumpla con todo lo que le pedimos que cumpla: seguridad de suministro, tiempos de desarrollo y construcción, cadena de suministro, eficiencia en la integración de renovables, rentabilidades razonables…

Personalmente, espero con interés la resolución de esta cuadratura del círculo que es la elaboración del PNIEC, esperando poder contribuir a fortalecerlo y a avanzar en la descarbonización; tanto con propuestas regulatorias que posibiliten integrar renovables de manera eficiente, como asesorando al capital que acometerá las inversiones.

 

La cuadratura del círculo

Para los curiosos, la cuadratura del círculo es un problema de la antigua Grecia que consiste en tratar de construir un cuadrado, de misma superficie que un círculo dado, por método geométrico utilizando únicamente regla y compás. Problema imposible sin una calculadora que contenga los infinitos decimales del número ‘Pi’. Y es que, aunque los sabios matemáticos ya sabían de la irracionalidad de Pi, no fue hasta 1882 cuando el matemático alemán Ferdinand Lindemann demostró que, además de irracional, Pi también es ¡transcendente! Lo cual cerró toda posibilidad de cuadrar el círculo, y puso irremediablemente a los matemáticos a pensar en otra cosa.

¡Pero siempre hay esperanza! (y gente que se aburre…) En 1925, A. Tarski planteó la pregunta ¿Puede descomponerse un círculo en un número finito de partes de modo que, mediante movimientos del plano, se obtenga un cuadrado? Y, tras muchas respuestas negativas, en 1989 M. Laczkowich probó que la respuesta a Tarski es en realidad ¡afirmativa! Bueno, aunque en su demostración el círculo ha de dividirse en unas 1050piezas (un 1 con 50 ceros detrás, vamos, que ni apaisando la calculadora del iPhone) y, hasta donde yo sé, nadie ha tenido tiempo para confirmarlo.

En resumen: hay esperanza. Cuadrar el círculo, y cuadrar el PNIEC, parece posible (aunque, por mis investigaciones, también parece complicado…).

 

Javier Revuelta, Senior Principal de AFRY Management Consulting.

The views and opinions expressed in this article are the author’s own, and do not necessarily reflect those held by pv magazine.

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